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A las 6 y pico

Sueño del alerce

Sueño del alerce

Estaba en algún sitio como Mehuín, la verdad es que sabía que era un lugar de playa pero no la veía. En algún momento tuve la intención de subir al mirador que había en una enorme montaña verde, y eso me pareció curioso, una montaña llena de árboles al lado del mar. Las montañas reales, las de verdad, son las de la Cordillera de los Andes, con esa verde orinal de bosque nativo y araucarias. Eso mismo me hizo pensar en Asturias o Cantabria, en fin. De pronto iba en una micro, como las que me llevaban al campo de mi abuelito, El Manzano, cuando era pequeño, es decir, llena de gente de campo, pero de Chile, no españoles. El techo de la micro iba cargado con las cajas y cosas del pedido de mes, sacos de papas, mallas de cebollas, cajones de tomates. Era una micro rural chilena subiendo por las montañas de la cornisa cantábrica. De pronto creo que llegamos a un pueblo pero pasamos de largo y acto seguido me encontraba en una pequeñísima hendidura en la montaña mirando el mar, muy lejos hacia abajo se veía una pequeña playa de arena blanca pero yo estaba a demasiada altura para distinguir nada, no sé que pasó, ni con la micro ni con la demás gente, yo estaba pegado de espalda a la pared de la montaña y solo tenia un pequeño sitio donde apoyarme. El día estaba despejado y hacía una encantadora brisa marina, podía percibir el olor a sal, estaba mirando el horizonte y pensando en la inmensidad de lo que tenía delante cuando de pronto me giro hacia la derecha y veo un gigantesco árbol tumbado que hundía su tronco por kilómetros mar adentro del que asomaba en dirección hacia mi una enorme trozo de raíz. Todo era gigante y yo era una hormiga, me hizo pensar en el tamaño de las naves de Star Wars y lo insignificante que es una persona al lado de una. ¿Cómo pudo llegar ese árbol hasta allí?, ¿cómo podía ser tan, pero tan grande?, ¿cómo no lo había visto antes?, ¿qué hizo que cayera?. Otra imagen que se me vino a la mente fue la del final del Planeta de lo simios. Pensé en que parecía un alerce, por lo recto y enorme del tronco, y sentí un poco de pena un árbol tan majestuso muerto, recordé el verano de mochileo en la carretera austral y los alerces del parque Pumalín. La verdad es que el paisaje era precioso, me gustaba mucho y mientras estaba absorto en mis recuerdos creo que una ola azotó el sitio donde estaba y perdí un zapato. Mi preocupación era el zapato, no que pudiera caer y morir. De pronto me encuentro corriendo pendiente abajo por una calle de barro  y puede ver que estaba en medio de unas chabolas, que estaban muy pegadas unas a otras, como las de las películas orientales, tenía ala certeza de que mi zapato estaba al final de esa pendiente, de pronto me encuentro con una especie de jaulas pequeñas que alguien me explicó que era un gallinero, entonces desperté.

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